MOMENTO PARA REFLEXIONAR
El mundo se ha detenido. El ser humano ha cesado su labor, aunque de forma temporal, la tierra parece que descansa. Cansado del trajín de las multitudes, nuestro planeta ha disminuido su vibración, ha cesado en su actividad frenética y nos susurra que hay un virus más letal que el Coronavirus, y no, no es el ser humano. Es el virus del pecado encarnado en el orgullo, el egoísmo, la avaricia, el narcisimo y el portador de ese virus es el ser humano.
El hombre, confinado en sus hogares, ha visto limitada su esfera de acción y, a cambio, la creación experimenta curiosa su pequeña libertad, un simulacro de la gran liberación que ha de conocer "porque la cración misma será libertada de la esclavitud, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios" (Romanos 8.21).
Todo cambiará...
Después de esta pandemia, sin duda, el mundo no será lo mismo.
Verán los líderes que individualmente, cada país, poco puede hacer por afrontar
problemas como el COVID-19, porque después de que pase esta pandemia el ser
humano se enfrenta al mayor problema que ha hecho frente, el cambio
climático y más epidemias de virus letales.
Ya se palpa en el ambiente estos días la angustia
de las gentes (Lucas 21.25)
Esta pandemia enseña cómo la naturaleza se impone, como el
ser humano es totalmente prescindible en este planeta.
Toda pandemia, toda guerra, cambió en su momento el mundo.
Esta pandemia lo cambiará sin duda. El ser humano verá que no puede vivir en
ese ritmo vertiginoso que lo caracteriza y necesitará parar, necesitará poner
al planeta en modo off. Todos verán que el día en que el ser humano cesó de su
trabajo, de sus actividades diarias, de la locura de la vida, el planeta se
curaba. Se impondrá, pues, a semejanza, un día de descanso, aunque equivocado
día, para remediar el gran problema de este mundo.
Todos aprenderán de esta pandemia.
Este es un tiempo de Misericordia que Dios nos ha dado, un
ultimátum a despertar de nuestro letargo espiritual. Es una última llamada de
Dios a levantarnos, a lavar en la sangre del cordero nuestras ropas manchadas,
a emblanquecer nuestros vestidos y nuestra vida en la justicia del Señor para
llevar al mundo el último mensaje de misericordia.
Despertemos de este letargo y entreguémonos a Dios ahora,
ya que hoy es el día de salvación.
“Y esto, conociendo el tiempo, que ya es hora de levantarnos del sueño;
porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creíamos.”
Romanos
13.11
No hay comentarios:
Publicar un comentario