lunes, 15 de febrero de 2021

EL DILUVIO. El mundo después del diluvio (II) Glaciaciones

 

EL DILUVIO

El mundo después del diluvio (II) 

Glaciaciones


¿Hay que imaginar cambios climáticos extraordinarios durante enormes períodos de tiempo? En absoluto. El equilibrio climático de nuestro mundo se mueve dentro de márgenes de temperaturas extremadamente débiles. Por eso puede afirmarse que “la diferencia de temperatura entre periodos glaciales e interglaciares no debió ser tan considerable como cabría imaginarse. Es probable que se tratara sólo de algunos grados” (R. Furon, La paléontologie, Paris, 1951, pág. 230) Se ha calculado con mayor exactitud ese margen: parece que un descenso de temperatura de 2º a 4º bastaría para que se reanudara una era glaciar.

¿Cuáles son las causas de ese descenso de temperatura? Los glaciólogos han desarrollado varias hipótesis. Se ha pensado en cinco causas posibles:

1. Variaciones periódicas de la actividad solar.

            Son posibles. El astrónomo E. J. Opik comparó estas variaciones con la llama de una vela agitada por el viento. El glaciólogo R. F. Fint atribuye cambios en este fenómeno sin negar la posibilidad de otros factores, cambios de composición en la atmósfera, por ejemplo. Esas variaciones, aunque probables, no explican sin embargo el carácter excepcional de las glaciaciones pleistocénicas en relación a las otras épocas.

2. Movimientos orogénicos.

            En efecto, al término del Cretácico (es decir, para nosotros hacia el final del diluvio) la Tierra empezó a emerger del agua a causa de los levantamientos orogénicos. Ahora bien, la Tierra absorbe menos rayos solares que el agua, de ahí el enfriamiento del clima y el inicio de una glaciación que ocasiona un descenso de temperaturas, pues el hielo absorbe menos aún dichos rayos. Así, el ciclo se pone lentamente en movimiento, alcanza el punto álgido y después decrece cuando, tras el descenso de la temperatura, la menor evaporación ocasiona una disminución de las precipitaciones y en consecuencia ocasiona un retroceso de los glaciares. Comienza entonces una fase cálida. Esta tesis, aunque verosímil (y concordante con la hipótesis del diluvio), nos parece sin embargo insuficiente. Puede que ésta fuera una de las causas, pero resulta demasiado progresiva y débil para explicar por sí sola las variaciones de amplitud de una glaciación.

3. Actividad volcánica.

            Nos parece más adecuada para justificar dichas variaciones. Hemos subrayado ya que el Pleistoceno fue un período de intensa actividad volcánica. Ahora bien, el polvo y las cenias arrojadas a la atmósfera son suficientes para mitigar los rayos del sol y ocasionar durante cierto tiempo una notable disminución de la temperatura. Se

ha calculado que bastaría una fracción ínfima (1/174) de Km cúbicos de cenizas volcánicas en la atmósfera para que se redujera un 20% la intensidad de la radiación solar, y hay ejemplos de erupciones más importantes. En 1883, el volcán Krakatoa estalló proyectando a la atmósfera casi 18 km cúbicos de cenizas que se mantuvieron en la atmósfera terrestre durante más de un año. (Poner desastre de Krakatoa). Las erupciones volcánicas contribuyen también a aumento de las precipitaciones. En 1816 en Gran Bretaña, hubo 15 cm de nieve en el mes de junio tras las numerosas erupciones de aquel año) (Se llamó a 1816 el año sin verano (también conocido como año de pobreza, el verano que nunca fue y el año que no tuvo verano1​) debido a las graves anomalías en el clima estival que causaron una disminución en la temperatura mundial entre 0.4–0.7 °C (0.7–1.3 °F),2​ siendo consecuencia una grave escasez de alimentos en el hemisferio norte.3​4​ Se cree que la anomalía fue causada por la combinación de una histórica caída en la actividad solar con un invierno volcánico, provocado este último por una serie de importantes erupciones volcánicas coronadas por la erupción del monte Tambora de 1815, en las Indias Orientales Neerlandesas (hoy Indonesia), la erupción más grande conocida en 1300 años, ocurrida durante las décadas finales de la Pequeña Edad de Hielo, sumado potencialmente al enfriamiento existente que venía produciéndose periódicamente desde el 1350 d. C.


El historiador John D. Post bautizó este suceso como "la última gran crisis de supervivencia del mundo occidental".​)

Puede, pues, pensarse que después del diluvió contribuyeron en gran manera a las glaciaciones. Por una parte originaron el descenso de la temperatura velando el sol durante varios años y en varias ocasiones. Por otra, ocasionaron el aumento de las precipitaciones, ya intensas por la nueva extensión de los océanos. Todos estos elementos explican la aparición y mantenimiento del fenómeno glaciar y sus variaciones, debidas a la actividad más o menos intensa de los volcanes. Esto concuerda muy bien con las condiciones que imperaron poco después del diluvio.


Fuente: Jean Flori y Henri Rasolofomosoandro, ¿Creación o Evolución? 

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