martes, 7 de mayo de 2019

SECCIÓN 110. LA TIERRA (3). El mundo después del diluvio.

SECCIÓN 110

La Tierra (3)

El mundo después del diluvio


"Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron las aguas. Y se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas de los cielos; y la lluvia de los cielos fue detenida."

Génesis 8.1-2



Vamos a ver a continuación ciertas aspectos que pudieron determinar y configurar el mundo después del diluvio. 

Photo by Joel Vodell on Unsplash

1. EROSIÓN POR LAS AGUAS

Es lógico pensar que, en terrenos sedimentarios, aún mal consolidados y afectados por movimientos de gran alcance, la erosión debida a la retirada de las aguas y a las lluvias fuera intensa. La cubierta vegetal, aún reciente, debió ser decapada con gran facilitad por la erosión, que por entonces posiblemente actuaba con enorme intensidad. Todos los geólogos coinciden ahora en afirmar que la erosión en clima tropical, semitropical o templado es débil si el suelo está cubierto de vegetación. Por el contrario, puede alcanzar grandes proporciones gigantescas en ausencia de tal capa. Al retirarse las aguas es posible, pues, que se horadaran grandes valles en los continentes en proceso de levantamiento. Los enormes ríos, probablemente, son también responsables de la formación de cañones submarinos, recientemente descubiertos, que prolongan ríos.

Igualmente, la retirada de las aguas sería la responsable, en nuestra opinión, de esos valles demasiado anchos para los ríos actuales. Hendidos por las masas de agua en regresión, en sedimentos aún blandos y sin protección vegetal, fueron utilizados en seguida por los ríos actuales.

De manera general, vemos de nuevo que las condiciones de erosión después del diluvio debieron ser máximas: lluvias intensas, orogénesis reciente, sedimentos mal consolidados, deslizamiento en retiradas masivas de aguas, cubierta vegetal débil que permitía los deslizamientos en capas, arroyadas muy activas, etc. Todas estas condiciones juntas fueron quizás la causa de la formación a grandes rasgos del relieve actual.

Photo by Marc Szeglat on Unsplash

2. OROGÉNESIS Y VOLCANISMO

Las zonas más afectadas por estos dos fenómenos fueron las regiones bisagra entre las balsas continentales y oceánicas. Así se explican que éstas sean prácticamente las más montañosas (Rocosas, Andes, Japón) y las más afectadas por el volcanismo y los seísmos.

Photo by Gitte Winter on Unsplash

3. GLACIACIONES O ÉPOCA GLACIAR

¿Hay que imaginar cambios climáticos extraordinarios durante enormes períodos de tiempo? En absoluto. El equilibrio climático de nuestro mundo se mueve dentro de márgenes de temperaturas extremadamente débiles. Por eso puede afirmarse que “la diferencia de temperatura entre periodos glaciales e interglaciares no debió ser tan considerable como cabría imaginarse. Es probable que se tratara sólo de algunos grados” (R. Furon, La paléontologie, Paris, 1951, pág. 230) Se ha calculado con mayor exactitud ese margen: parece que un descenso de temperatura de 2º a 4º bastaría para que se reanudara una era glaciar.

¿Cuáles son las causas de ese descenso de temperatura? Los glaciólogos han desarrollado varias hipótesis. Se ha pensado en cinco causas posibles:

1. Variaciones periódicas de la actividad solar.

         Son posibles. El astrónomo E. J. Opik comparó estas variaciones con la llama de una vela agitada por el viento. El glaciólogo R. F. Fint atribuye cambios en este fenómeno sin negar la posibilidad de otros factores, cambios de composición en la atmósfera, por ejemplo. Esas variaciones, aunque probables, no explican sin embargo el carácter excepcional de las glaciaciones pleistocénicas en relación a las otras épocas.

2. Movimientos orogénicos.

         En efecto, al término del Cretácico (es decir, para nosotros hacia el final del diluvio) la Tierra empezó a emerger del agua a causa de los levantamientos orogénicos. Ahora bien, la Tierra absorbe menos rayos solares que el agua, de ahí el enfriamiento del clima y el inicio de una glaciación que ocasiona un descenso de temperaturas, pues el hielo absorbe menos aún dichos rayos. Así, el ciclo se pone lentamente en movimiento, alcanza el punto álgido y después decrece cuando, tras el descenso de la temperatura, la menor evaporación ocasiona una disminución de las precipitaciones y en consecuencia ocasiona un retroceso de los glaciares. Comienza entonces una fase cálida. Esta tesis, aunque verosímil (y concordante con la hipótesis del diluvio), nos parece sin embargo insuficiente. Puede que ésta fuera una de las causas, pero resulta demasiado progresiva y débil para explicar por sí sola las variaciones de amplitud de una glaciación

3. Actividad volcánica.

         Nos parece más adecuada para justificar dichas variaciones. Hemos subrayado ya que el Pleistoceno fue un período de intensa actividad volcánica. Ahora bien, el polvo y las cenias arrojadas a la atmósfera son suficientes para mitigar los rayos del sol y ocasionar durante cierto tiempo una notable disminución de la temperatura. Se ha calculado que bastaría una fracción ínfima (1/174) de Km cúbicos de cenizas volcánicas en la atmósfera para que se redujera un 20% la intensidad de la radiación solar, y hay ejemplos de erupciones más importantes. En 1883, el volcán Krakatoa estalló proyectando a la atmósfera casi 18 km cúbicos de cenizas que se mantuvieron en la atmósfera terrestre durante más de un año. (Poner desastre de Krakatoa). Las erupciones volcánicas contribuyen también a aumento de las precipitaciones. En 1816 en Gran Bretaña, hubo 15 cm de nieve en el mes de junio tras las numerosas erupciones de aquel año) (Se llamó a 1816 el año sin verano (también conocido como año de pobreza, el verano que nunca fue y el año que no tuvo verano​) debido a las graves anomalías en el clima estival que causaron una disminución en la temperatura mundial entre 0.4–0.7 °C (0.7–1.3 °F),​ siendo consecuencia una grave escasez de alimentos en el hemisferio norte.3​4​ Se cree que la anomalía fue causada por la combinación de una histórica caída en la actividad solar con un invierno volcánico, provocado este último por una serie de importantes erupciones volcánicas coronadas por la erupción del monte Tambora de 1815, en las Indias Orientales Neerlandesas (hoy Indonesia), la erupción más grande conocida en 1300 años, ocurrida durante las décadas finales de la Pequeña Edad de Hielo, sumado potencialmente al enfriamiento existente que venía produciéndose periódicamente desde el 1350 d. C.

El historiador John D. Post bautizó este suceso como "la última gran crisis de supervivencia del mundo occidental".​)

Puede, pues, pensarse que después del diluvió contribuyeron en gran manera a las glaciaciones. Por una parte originaron el descenso de la temperatura velando el sol durante varios años y en varias ocasiones. Por otra, ocasionaron el aumento de las precipitaciones, ya intensas por la nueva extensión de los océanos. Todos estos elementos explican la aparición y mantenimiento del fenómeno glaciar y sus variaciones, debidas a la actividad más o menos intensa de los volcanes. Esto concuerda muy bien con las condiciones que imperaron poco después del diluvio.



LOS FÓSILES: TESTIMONIOS DE ZONAS ECOLÓGICAS ANTEDILUVIANAS

Tenemos numerosas pruebas de que los fósiles fueron transportados. Lo más frecuente es que no se fosilizaran en el mismo lugar. Esto se acepta generalmente.

La fosilización exige una sedimentación rápida. Parece, pues, que se dan todos los elementos indicadores de un catastrofismo progresivo y de gran amplitud. Tratemos de imaginarlo.

En los mares antediluvianos, quizá menos extensos que los nuestros y probablemente menos profundos bullían innumerables especies marinas y submarinas. Se repartían verticalmente, como en la actualidad, según sus zonas de hábitat preferidas. Unas vivían exclusivamente en aguas profundas, otras en aguas medias, otras en la superficie. Algunas podían vivir, como ocurre hoy, en varias zonas sin sentirse incómodos. A ellas se deben en nuestra opinión, los fósiles característicos. Los otros, los buenos fósiles, característicos de una capa geológica determinada, debían ser las especies que vivían exclusivamente en un área geográfica limitada, siempre la misma.

Cuando los sedimentos, arrancados a los continentes de entonces comenzaron a depositarse en las fosas arrastrados por las corrientes, asfixiaron y sepultaron primeramente a las especies que vivían en los grandes fondos. Por esta razón son tan ricas las capas cámbricas en formas exclusivamente marinas, incluso de las grandes profundidades, y tan pobres en otras formas. Por esta razón también los fósiles vivos halladas en nuestros días, fósiles cámbricos por sus formas, son en su mayoría especies de las profundidades.

Después, poco a poco, al aumentar la densidad de los sedimentos, los habitantes de las aguas poco profundas se vieron a su vez sedimentados tras haber sucumbido en masa. El aspecto de los peces fósiles, y en general de todas las especies fósiles, revela claramente una muerte violenta, probablemente por asfixia.

Fue entonces, cuando las aguas del diluvio subieron de forma paulatina y cuando los agentes de erosión tales como las olas, las corrientes, etc., alcanzaron las zonas terrestres. Primero llegaron a las zonas bajas y pantanosas, de donde arrancados los restos de los bosques inmensos que darían lugar a los yacimientos hulleros del Carbonífero. Después las zonas más elevadas de la tierra, donde se habían refugiado las especies más aptas para huir, para defenderse o soportar la altitud.

Fuente: Jean Flori y Henri Rasolofomasoandro, ¿Evolución o Creación?

 

"Árboles, edificios, rocas y tierra salían disparados en todas direcciones. El terror de hombres y animales era indescriptible. El mismo Satanás, obligado a permanecer en medio de la furia de los elementos, temió por su vida.

Los animales amenazados por la tempestad acudieron a los hombres, pues preferían estar cerca de los seres humanos, como si esperaran que ellos los auxiliaran. Algunos ataron a sus hijos a fuertes animales, e hicieron otro tanto consigo mismos, pues sabían que estos lucharían por su vida, y treparían a las cumbres más altas para huir de las aguas que subían. La tempestad no moderó su furia; sin embargo, las aguas, en cambio, aumentaron de nivel más rápidamente que al principio. Algunos se ataron a altos árboles ubicados en las cumbres más elevadas de la tierra, pero éstos fueron desarraigados y lanzados con violencia por el aire como si alguien los hubiera arrojado con furia, junto con piedras y lodo, sobre las olas que avanzaban y bullían. Sobre esas cumbres seres humanos y bestias luchaba por conservar su posición, hasta que todos fueron arrojados a las espumosas aguas que casi llegaban a esos lugares. Por fin esas cimas fueron alcanzadas también, y los hombres y los animales que se hallaban allí perecieron por igual arrastrados por las aguas del diluvio." (E. G. White, Spiritual Gifts, vol.3 69-72)


No hay comentarios:

Publicar un comentario