SECCIÓN II: CIENCIA Y DIOS (I)
Preguntas existenciales
Foto NASA. Cluster Pismis 24 |
"¿Tiene
significado o propósito la vida humana? ¿Existe Dios? Si existe, ¿por qué
permite tanto sufrimiento? ¿Tenemos que creer en él? Después de todo, ¿no ha
sido la ciencia capaz de explicar la mayoría de las cosas sin tener que invocar
la existencia de un Dios? A tales preguntas se enfrentan nuestros pensamientos
profundos cuando buscamos respuestas a nuestro origen, al propósito de nuestra
existencia y a nuestro destino último. Pocas personas son capaces de pasar por
altos estos desconcertantes enigmas al contemplar los misterios de nuestro ser
y del universo en que vivimos. La existencia de Dios es una cuestión de la que
sencillamente, no podemos deshacernos.
En
años recientes ha habido científicos que han realizado notables descubrimientos
que revelan tal precisión y complejidad en el universo que nos rodea que se
está haciendo cada vez más difícil sugerir que todo fue, simplemente, el
resultado de la casualidad. Da la impresión de que un Dios muy perspicaz tuvo
que estar involucrado en el diseño de las cosas maravillosamente intrincadas
que encontramos por doquier en el universo.
Algunos
científicos se empeñarán en insistir de inmediato en que la ciencia no puede
considerar a Dios, porque ella y Dios representan esferas del pensamiento sin
puntos en común. Lamentablemente, tal punto de vista impone una perspectiva muy
estrecha a la ciencia en tanto que limita su capacidad de hallar todas las
verdades.
La
ciencia no podrá descubrir ni a Dios ni el papel que este desempeña mientras lo
excluya de su menú de explicaciones. Para que la ciencia pueda abrigar la
esperanza de aportar respuestas significativas y veraces a nuestras preguntas
más profundas, es preciso que salga de la cárcel del secularismo en la que se
ha encerrado ella sola.
La
ciencia debería estar abierta a la posibilidad de que Dios exista y no
excluirlo, como si él perteneciera a otra esfera del saber. Con frecuencia, la
propia ciencia se permite diversas especulaciones e hipótesis, como la
existencia de otros universos más allá del nuestro o que la vida apareciese
toda ella por sí misma. En aras de la coherencia, la ciencia debería estar
dispuesta también a considerar la posibilidad de que haya un Dios. Tal amplitud
de miras podría ser importante en el caso de que Dios, en efecto, exista."
Fuente:
Ariel A. Roth, prefacio libro LA CIENCIA DESCUBRE A DIOS
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