jueves, 18 de mayo de 2017

SECCIÓN XX (20) ODISEA INTERESTELAR (II) El conocimiento infinito e inalcanzable de Dios

EL CONOCIMIENTO INFINITO E INALCANZABLE DE DIOS

 
Foto: ESO, Observatorio Europeo Austral. Galaxia M83

¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis? Dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quien creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas las llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.

¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la teirra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.
Isaías 40.25-26

Cuando miramos las estrellas, cuando vemos cuán grande es el universo, cuando vemos a los astrónomos reflexionar acerca de la inmensidad del espacio y del tiempo, acerca de los misterios que aguarda el vasto espacio, no podemos sino pensar en que nuestro orgullo y nuestra vanidad, nuestra ciencia, nuestros anhelos y deseos, nuestros conceptos de la sociedad, del mundo y del universo, pierden importancia ante ese vasto e infinito universo. Se hace patente que nuestros conocimientos no pueden abarcar esa inmensidad. 

Cada vez que se descubre algo nuevo surgen miles de misterios más por descubrir. Es como si Dios estuviera aguardándonos sorpresas y recompensas cada vez que descubrimos algo. Los eruditos modernos, ateos y evolucionistas, tienen una comprensión fría  del vasto universo; una comprensión demasiado racional. Es una comprensión que sólo se mira con un ojo, dejando cerrado el ojo que ve lo espiritual, así la información de lo que percibimos y el conocimiento que adquirimos es incompleto y limitado. El ojo que quiere ver más allá de lo que cree entender, el que quiere comprender, el que se da cuenta de que aquí nada es al azar, quiere descubrir, quiere entender, quiere conocer, las limitaciones impuestas por el azar no existen, porque si el azar rigiera nuestro universo sería el caos, y lo que vemos es un orden que se nos escapa a nuestra comprensión. 

Foto:NASA, ESA/HUBBLE SPACE TELESCOPE. Con esta magnífica foto se hacía público a finales del año 2016 que en nuestro universo observable hay 10 veces más de galaxias por unidad de volumen. Si antes contábamos con unas docientas mil millones de galaxias, imaginad el infinitó que hay más alla.
Es fácil intentar explicar el azar en nuestro universo, ¿multiversos con distintas leyes físicas para explicar nuestro universo? ¿intentamos demostrar lo que vemos y sentimos con algo que no podemos ver? Los eruditos mencionados explican bien el azar en base a algo que no pueden ver ni percibir, multiversos con distintas leyes físicas. ¿No es eso fe? No se puede demostrar la existencia de los tales, no hay prueba directa que lo avale. Es más, cuando vemos el cielo, cuando estudiamos el universo, se hace evidente y patente que aquí hay mucho más de lo que imaginamos, que este orden imperante, esta magnificencia, es obra de una Mente ifinita, inalcanzable, inabarcable, poderosa, perfecta e ilimitada en conocimiento y sabiduría.

"Los conocimientos humanos, tanto en lo que se refiere a las cosas materiales como a las espirituales, son limitados e imperfectos; de aquí que muchos sean incapaces de hacer armonizar sus nociones científicas con  las declaraciones de las Sagradas Escrituras.

Al permitir todo género de descubrimientos científicos en las ciencias y en las artes, Dios ha derramado sobre el mundo raudales de luz. Dios es el fundamento de todas las cosas. La ciencia abre nuevas  maravillas ante nuestra vista, se remoonta alto, y explora nuevas profundidades; pero de su búsqueda no trae nada que esté en conflicto con la divina revelación.

Dios es el autor de la ciencia. Debidamente entendida, la ciencia y la palabra escrita concuerdan, y cada una derrama lu sobre la otra."
E.G.White, la fe por la cual vivo

¿Qué es lo que quiero decir con todo esto? Pues bien, que no os conforméis con los conocimientos admitidos por el paradigma actual, preguntaos, investigad, descubrid y os sorprenderéis. Los paradigmas de la ciencia suelen ser como las modas, pasajeras, no tienen una base fuerte en la que cimentarse, ¿por qué? Porque sólo hay una base, una roca, una fuente de todo conocimiento y de toda ciencia, un fundamento seguro, y es Dios, el mismo el cual el paradigma actual desecha. Pero nosotros, que intenamos descubrir la verdad, que intentamos ver más allá de lo que entendemos y percibimos, a él debemos acudir siempre. Él posee el conocimiento infinito del cual salen los verdaderos descubrimientos científicos. ¿Intentamos estudiar su obra? ¿Intentamos estudiar su creación? Pues busquémosle porque nadie nos podrá aconsejar e informar de mejor manera que el mismo Creador.
Fuente: Orígenes Nuevo Tiempo

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