SECCIÓN 116
¿CREACIÓN O EVOLUCIÓN?
3. LOS HECHOS Y LA TEORÍA
Los hechos, brevemente expuestos son de tres tipos:
1. HECHOS DE CARÁCTER GEOLÓGICO
La tierra, en cierto lugares (Gran Cañon del Colorado, por ejemplo), se presenta como un inmenso pastel estratificado, en el que cada capa, de espesor variable, se diferencia de las demás por su consistencia, su composición química, su estructura interna: las rocas difieren unas de otras. Por citar tan sólo las rocas sedimentarias, las más interesantes, es evidente que esos sedimentos se depositaron unos sobre otros, en extensiones a veces considerables, lo más frecuentemente en capas horizontales (cuando la orogénesis, o formación de las montañas, no ha trastornado este orden).
Estas rocas sedimentarias contienen fósiles, es decir, seres de antaño vivos (animales o vegetales) que, aprisionados en los sedimentos, han sufrido transformaciones químicas y físicas que, por lo general, no han alterado su forma; a pesar de su apariencia de piedra, pueden, pues, reconocerse fácilmente las especies vivas, que han quedado así inmortalizadas como estatuas, testimonios irrefutables de formas vivas existentes en el momento de ser sepuladas.
2. HECHOS DE CARÁCTER PALEONTOLÓGICO
Estos fósiles son innumerables. Revelan tres tipos de seres vivos:
1. Especies idénticas a las que conocemos actualmente: gusanos, algas insectos, etc.
2. Especies totalmente extinguidas en nuestros días: enormes reptiles, dinosaurios, etc.
3. Especies diferentes a las nuestras, pero que, por determinadas características, se parecen más o menos a especies actuales y se pueden clasificar en función de dicha similitud para establecer familias.
Parece, además, que el número de fósiles complejos y con un alto nivel de organización es cada vez mayor cuando se pasa de las rocas primarias a las secundarias, y de las secundarias a las terciarias o cuaternarias, a pesar de algunas excepciones que comentaremos.
3. HECHOS DE CARÁCTER BIOLÓGICO.
Los experimentos realizados en el laboratorio permiten constatar ciertos hechos o leyes. Así, la estabilidad casi absoluta de las especies que se reproducen según leyes de la herencia conocidas desde Mendel (finales del siglo XIX). Igualmente la aparición, excepcionalmente rara, de mutaciones tranformadoras de ciertas características de esas especies, ya se trate de supresión de órganos, de artrofia o de cualquier anomalía. Tales son los hecos. A partir de estos se construye una teoría -lo cual es perfectamente legítimo-, tendente a explicarlos, a integrarlos en un conjunto armonioso de ideas.
Esta teoría, del transformismo, se ha ido impoiendo a todos poco a poco por su carácter coherente, por su amplitud, por la seducción que ejerce. Así lo señala J. Carles: "Sabemos ya que el pasado lejano no era parecido al presente, y es agradable pensr que era inferior y que después se ha producido un progreso."
¡Pero esto no es más que una teoría! Interesante, grandiosa, seductora, hemos de reconocerlo. Pero teoría y no hechos. Incluso hay expertos de primera fila que reconocen que la teoría descansa a veces sobre bases bien frágiles. Hasta el punto de que J. T. Bonner, profesor de Biología en la Universidad de Princeton, ha podido escribir: "Todos hemos dicho a nuestros alumnos, a lo largo de los años, que no acepten ninguna declaración por la autoridad de su nombre, sino que verifiquen las pruebas. A este respecto es bastante paradójico comprobar que hemos cometido el error de no seguir nuestros propios buenos consejos".
Jean Flori & Henri Rasolofomasoandro, ¿Creación o Evolución?
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